domingo, 3 de mayo de 2020

Un rincón para escribir

       Nací en un pequeño pueblo de Granada. Nací entre montañas y riachuelos, entre cuestas y casas blancas, nací donde no parece pasar el tiempo y la vida se diluye lentamente como un atardecer de otoño. Era mil novecientos setenta y uno cuando decidí irrumpir en este mundo con mi llanto y mis manos arrugadas. 

       Siempre fui un ser extraño, prefería jugar con un lápiz antes que con un balón. Disfrutaba contando historias a mis hermanos y me enredaba entre palabras entresacadas de los renglones de un libro. Dibujaba mariposas, esas que me subían por el estómago cuando caía entre mis brazos un cuento o una novela, dibujaba árboles junto a precipicios porque pensaba que unas raíces invisibles me sujetaban a la tierra pero mi verdadero destino era volar.

       Escribía versos inconexos porque no entendía de rítmica, de consonancia ni asonancia, de métrica, de versos ni de experiencia para poder crear maravillosas líneas. Escribía cuentos y relatos, frases absurdas que borraba con una goma, tachaba con los primeros bolígrafos o desechaba las hojas en la papelera. Leía libros de aventuras y me trasladé a los bosques ingleses con Ivanhoe, a la Siberia con Miguel Strogoff y a la Antártida con el capitán Nemo.

       Fui creciendo y me convertí en alguien que necesitaba la literatura y la pintura para vivir. Escribía cartas de amor a las amigas de mis compañeros mientras estaba en el servicio militar, convirtiéndome en Cyrano de Bergerac de forma involuntaria. Publiqué mi primera novela en una editorial pequeña que se aprovecharon de mi inocencia y gané varios premios de poesía que jamás llegaron a nada. 

       Quisieron comprar mi alma a cambio de publicar poemas y desistí completamente desilusionado. Dejé de escribir porque había pasado de ser un sueño a convertirse en una pesadilla. Once años después volví a intentarlo porque no puedo dejar de hacerlo, porque es mi válvula de escape y publiqué una segunda novela mediante la auto-publicación.  A día de hoy tengo una tercera que no ha sido presentada porque un virus ha paralizado al mundo y salió publicada dos días antes de entrar en un confinamiento convertido en infierno para muchos pero que a mí me ha servido para seguir escribiendo.

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